sábado, 15 de abril de 2017

PESCADO Y DEPRESIÓN

De todas las entradas que he publicado en este blog, la que trata sobre el contenido de mercurio en el pescado ha sido la más leída. Me preocupa que algunos lectores piensen que, ante el riesgo, es preferible comer otros alimentos, por eso quiero alertar de los riesgos asociados al bajo consumo de pescado en relación con la depresión, aunque podría haber elegido entre un buen número de enfermedades.

Antes de nada hay que explicar qué sustancias contiene el pescado, en concreto el azul y qué hace que sea un alimento único. Llamamos pescados azules a los que tienen una cantidad de grasa superior al 1% de su peso. Dentro de este grupo se encuentran el atún, el salmón, la caballa, el boquerón o la sardina. La grasa que destaca por sus propiedades biológicas es la llamada omega-3 de cadena larga, para ser más exactos debemos hablar de los ácidos grasos EPA y DHA.  

Puede verse en las etiquetas de algunos alimentos porque se los han añadido, como en algunas margarinas o preparados lácteos, pero no están presentes de manera natural más que en las especies marinas.  Podemos encontrar otros omega-3 en alimentos como los frutos secos, pero no son ni EPA ni DHA. Si bien es cierto que nuestro organismo puede convertirlos en éstos, nuestra dieta actual dificulta este proceso.

¿Por qué son tan importantes los EPA y DHA para la salud?, porqué forman parte de las membranas celulares de cada una de nuestras células influyendo en todos los procesos vitales. Dependiendo del tipo y la proporción de los diferentes ácidos grasos que componen dicha membrana, sus funciones pueden verse afectadas. Así, cuando los ácidos grasos EPA y DHA se encuentran por debajo de la cantidad “saludable”, las patologías que pueden aparecer son importantes, tanto por el número como por la gravedad. 

Por otro lado, hay que recordar que la depresión es una enfermedad caracterizada por el desequilibrio entre neurotransmisores, por eso los tratamientos actúan sobre los niveles de sustancias como la serotonina, noradrenalina o dopamina. Pero, ¿qué produce dicho desequlibrio?. Cada vez hay más pruebas científicas de que la causa de la enfermedad tiene relación con la producción de sustancias inflamatorias, de hecho, las personas deprimidas tienen elevados los niveles de algunas de ellas como las citoquinas.

Y ahora cabe preguntarse, y ¿por qué se producen sustancias inflamatorias?. Se cree que el estrés provocado por acontecimientos vitales produce una alteración del sistema inmunitario e inflamatorio, con la ya comentada producción de citoquinas, que tras una sucesión de acontecimientos bioquímicos desembocan en la alteración de los niveles de neurotransmisores.

No todo el mundo acaba con depresión ante una vivencia dolorosa o traumática ya que depende de varios factores, pero resulta que estudios recientes han encontrado que existe una relación inversa entre sufrir depresión y el consumo de pescado rico en grasas omega-3, es decir, a mayor consumo, menor incidencia de trastornos neuropsiquiátricos. Tanto es así que se están empezando a utilizar como tratamiento para la depresión, la esquizofrenia y el trastorno bipolar.

Como conclusión podemos decir que el consumo de pescado azul, por su alto contenido en EPA y DHA, puede frenar el proceso bioquímico que conduce a la depresión o a otras enfermedades del sistema nervioso relacionadas con estados de inflamación. Del mismo modo, actúan moderando las consecuencias de estados inflamatorios de diversa índole, por eso enfatizo que el bajo consumo de pescado puede  afectar seriamente la salud.


Por cierto, hablando del sistema nervioso, pocas embarazadas saben que la captación de DHA por parte del cerebro y cerebelo de su futuro hijo se hace mucho más activa durante el último trimestre del embarazo, por tanto, con las precauciones necesarias, la dieta de las mujeres debe ser rica en pescado azul en los últimos meses de gestación. 

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