De todas las
entradas que he publicado en este blog, la que trata sobre el contenido de
mercurio en el pescado ha sido la más leída. Me preocupa que algunos lectores
piensen que, ante el riesgo, es preferible comer otros alimentos, por eso quiero
alertar de los riesgos asociados al bajo consumo de pescado en relación con la
depresión, aunque podría haber elegido entre un buen número de enfermedades.
Antes de nada
hay que explicar qué sustancias contiene el pescado, en concreto el azul y qué
hace que sea un alimento único. Llamamos pescados azules a los que tienen una
cantidad de grasa superior al 1% de su peso. Dentro de este grupo se encuentran
el atún, el salmón, la caballa, el boquerón o la sardina. La grasa que destaca
por sus propiedades biológicas es la llamada omega-3 de cadena larga, para ser
más exactos debemos hablar de los ácidos grasos EPA y DHA.
Puede verse en
las etiquetas de algunos alimentos porque se los han añadido, como en algunas
margarinas o preparados lácteos, pero no están presentes de manera natural más
que en las especies marinas. Podemos
encontrar otros omega-3 en alimentos como los frutos secos, pero no son ni EPA
ni DHA. Si bien es cierto que nuestro organismo puede convertirlos en éstos,
nuestra dieta actual dificulta este proceso.
¿Por qué son
tan importantes los EPA y DHA para la salud?, porqué forman parte de las
membranas celulares de cada una de nuestras células influyendo en todos los
procesos vitales. Dependiendo del tipo y la proporción de los diferentes ácidos
grasos que componen dicha membrana, sus funciones pueden verse afectadas. Así,
cuando los ácidos grasos EPA y DHA se encuentran por debajo de la cantidad
“saludable”, las patologías que pueden aparecer son importantes, tanto por el
número como por la gravedad.
Por otro lado,
hay que recordar que la depresión es una enfermedad caracterizada por el
desequilibrio entre neurotransmisores, por eso los tratamientos actúan sobre
los niveles de sustancias como la serotonina, noradrenalina o dopamina. Pero,
¿qué produce dicho desequlibrio?. Cada vez hay más pruebas científicas de que
la causa de la enfermedad tiene relación con la producción de sustancias
inflamatorias, de hecho, las personas deprimidas tienen elevados los niveles de
algunas de ellas como las citoquinas.
Y ahora cabe
preguntarse, y ¿por qué se producen sustancias inflamatorias?. Se cree que el
estrés provocado por acontecimientos vitales produce una alteración del sistema
inmunitario e inflamatorio, con la ya comentada producción de citoquinas, que
tras una sucesión de acontecimientos bioquímicos desembocan en la alteración de
los niveles de neurotransmisores.
No todo el
mundo acaba con depresión ante una vivencia dolorosa o traumática ya que
depende de varios factores, pero resulta que estudios recientes han encontrado
que existe una relación inversa entre sufrir depresión y el consumo de pescado
rico en grasas omega-3, es decir, a mayor consumo, menor incidencia de
trastornos neuropsiquiátricos. Tanto es así que se están empezando a utilizar
como tratamiento para la depresión, la esquizofrenia y el trastorno bipolar.
Como
conclusión podemos decir que el consumo de pescado azul, por su alto contenido
en EPA y DHA, puede frenar el proceso bioquímico que conduce a la depresión o a
otras enfermedades del sistema nervioso relacionadas con estados de
inflamación. Del mismo modo, actúan moderando las consecuencias de estados inflamatorios
de diversa índole, por eso enfatizo que el bajo consumo de pescado puede afectar seriamente la salud.
Por cierto,
hablando del sistema nervioso, pocas embarazadas saben que la captación de DHA
por parte del cerebro y cerebelo de su futuro hijo se hace mucho más activa
durante el último trimestre del embarazo, por tanto, con las precauciones necesarias,
la dieta de las mujeres debe ser rica en pescado azul en los últimos meses de
gestación.
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