domingo, 26 de agosto de 2018

ICTUS E INFARTOS. PARTE FINAL.


La semana pasada impartí una conferencia sobre la relación entre la dieta y el colesterol, la tensión arterial y la diabetes.

Una de las asistentes intervino para compartir que su marido había fallecido hacía 5 meses de un infarto de miocardio. No hizo referencia alguna a si su alimentación respetaba las recomendaciones dietéticas que había explicado en mi exposición o si presentaba sobrepeso, solo destacó que los análisis estaban bien, es decir, no tenía colesterol ni era diabético.

Efectivamente, no todas las personas con valores normales en sangre de colesterol o glucosa, o sin hipertensión, están a salvo, ni las que presentan estos factores de riesgo van a sufrir un infarto o un ictus de manera irremediable. Comento esto porque ya expliqué en la entrada anterior que hay factores de riesgo que no se muestran en los análisis rutinarios, como el estrés oxidativo. Ni siquiera podemos estar seguros de que una dieta saludable, hacer ejercicio y evitar el tabaco sean un seguro de vida.

Hace unos días, el marido de una paciente, que ha sufrido dos infartos, estaba seguro de que la culpa de lo que le había pasado había sido del estrés.

En cualquier caso, ante cualquier factor negativo, incluso aunque exista una predisposición genética, no puede cuestionarse que lo que comemos marca la diferencia entre sufrir un evento cardiovascular o no, o entre sobrevivir o no.

Voy a exponer, a modo de resumen, los consejos dietéticos que pueden reducir de manera muy importante el riesgo de sufrir un problema cardiovascular y sus secuelas.

Vaya por delante que hay que eliminar el tabaco y el estrés.

Basándome en el modelo de dieta más extendido entre la población española, enumeraré los cambios que hay que hacer en la alimentación diaria. Por cierto, de momento plantéate llevar a cabo uno o dos de estos cambios, y luego continúas aplicando estas recomendaciones. Ir poco a poco, te facilitará la labor, porque cambiar los hábitos dietéticos  no es fácil.

Perdón, una cosa más. Fíjate en las dos imágenes de abajo. La de la izquierda es una arteria parcialmente obstruida, que en poco tiempo podría evolucionar y bloquear por completo el riego sanguíneo. La de la derecha es la misma, tras la realización de una dieta saludable. Las fotografías fueron tomadas en 1972 por ML Armstrong. Como puede observarse, una dieta adecuada obra milagros.

Con la información que tenemos a día de hoy, lo que aconsejo para reducir el riesgo de sufrir un infarto o un ictus es lo siguiente:

1.       Sustituye:
·         La leche semidesnatada o entera, por leche desnatada.
·         La nata, mantequilla, margarina y otras salsas, por aceite de oliva virgen.
·         Algún plato de carne por pescado hasta igualar la cantidad de pescado consumido respecto a la de carne.
·         Algún plato de carne por frutos secos (un puñado de unos 30 g).

2.       Elimina:
·         Bollería y alimentos azucarados de tu rutina diaria.

3.       Aumenta:
·         El consumo de legumbres hasta 3-4 veces por semana.
·       El consumo de frutas y verduras hasta, por lo menos, 5 raciones al día. Una ración será en crudo (ensalada).
·         Los alimentos integrales (ricos en fibras).

4.       Reduce:
·    El consumo de carnes grasas y derivados cárnicos como las hamburguesas, embutidos o fiambres.
·        La cantidad de sal que añades o los alimentos que llevan sal.

5.       Utiliza siempre aceite de oliva virgen.

Podría añadir o puntualizar bastantes recomendaciones más, pero con esto y aplicando técnicas culinarias tradicionales como el sofrito y el empleo del plato único, la mejoría de la salud cardiovascular puede mejorar considerablemente.
Y para finalizar, hay una serie de hábitos de vida que se suman a los beneficios de una dieta cardioprotectora como hacer la siesta, tomarse la vida con filosofía, hacer actividad física o reunirse con amigos.

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