No sé si la
musica alimenta el alma, el cuerpo o ambos.
Lo cierto es
que veo muchos puntos en común entre la música y los alimentos respecto a la
salud. De hecho Joan Quiles, en una de las entradas de su blog, ¡A TU SALUD!,
explica que hay bastantes estudios que
han asociado determinadas piezas
musicales con la mejoría de algunas dolencias. Sería algo parecido a lo que
ocurre con algunos nutrientes, que subsanan patologías o tienen el poder de
prevenirlas.
Siguiendo
con el paralelismo, me pregunto si el insuficiente consumo de música puede
influir en nuestra salud.
Personalmente
he comprobado, que del mismo modo que a veces necesito comer chocolate o pan
con sal y aceite, también necesito oir un tipo de melodía u otra, o estar en
silencio, como cuando estoy nerviosa o preocupada y no puedo comer nada.
Durante el
fin de semana o los festivos me apetecen piezas musicales animadas y oírlas a
todo volumen.
Y hay
autores que no me cansan nunca como lo que nos pasa a todos respecto a nuestros
platos preferidos.
Una dieta en
la que se encuentren presentes una gran variedad de alimentos es indispensable
para gozar de una buena salud, y con la música podemos decir que también,
aunque esta afirmación no la base en una sólida evidencia científica. Pero todo
llegará.
Hay música
dulce, amarga, picantona, que nos levanta el ánimo o nos ayuda a llorar cuando
lo necesitamos.
Existen personas
desnutridas musicalemente hablando?.
En mi
trabajo asesoro para mejorar el estado nutricional de las personas. Aunque mis
conocimientos musicales son menos extensos que los que he conseguido obtener en
nutrición y dietética, creo que puedo enriquecer el plato de emociones
musicales de algunos de mis lectores.
Entiendo
que del mismo modo que me gustan muchísimo las ostras o las manitas de cerdo, convencer
a algunas personas de que las prueben
puede ser un objetivo imposible de conseguir, pero así como la introducción de
algunos alimentos puede ser lenta hasta que nos habituamos a su sabor o
textura, pienso que con los estilos musicales puede pasar lo mismo.
También es
habitual que nos guste un alimento preparado de una manera concreta y no nos
guste de otra. De hecho no me gustan las zanahorias hervidas pero me las puedo
comer de cualquier otro modo, hasta en tortilla. Un tema de un autor nos puede
emocionar y otro, del mismo músico, puede resultar una tortura o casi.
El otro
día un músico me dijo que la música minimalista, que es una de las que escucho,
era para intelectuales, y me sonó a: Vaya,
eres una sibarita!, aunque es posible que no lo dijera en ese sentido.
La buena
música hay que tomarla con mantel y servilletas de tela, buenos cubiertos,
platos bonitos, copas apropiadas y sobre todo en buena compañía, aunque en
algunos momentos lo mejor sea disfrutarla a solas.
En el
supermercado de la música del mundo, hay más secciones que en uno de alimentos,
así que lo difícil es elegir. Imagino que empezar por algo dulce no es mala
idea, ya llegaremos a las ostras más adelante.
Os invito
a un bombón relleno de licor. El alcohol se nota a partir del segundo minuto
del tema. Subid el volumen para saborearlo mejor.
https://www.youtube.com/watch?v=qmxFAT581T4
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